Los juguetes de madera para niños tienen un componente natural que muy pocos otros entretenimientos en la ciudad pueden aportarle a los más pequeños. De esta forma, cuando están en casa, pueden sentir el contacto con el mundo orgánico, alejado de los juguetes hechos de plástico y otros materiales artificiales. La madera está cargada de un alma especial y eso la convierte en un material único.
Hace muchos años todos los juguetes eran de madera. Desde los cochecitos, los caballitos a las piezas de ajedrez y los tableros de parchís. Sin embargo, a mediados del siglo XX, con la popularización del plástico, este nuevo material barato sustituyó a la madera. La inyección de plástico convirtió la fabricación en más rápida y barato y eso puso los precios de los juguetes al alcance de más personas, pero estos perdieron su esencia.
Entre los juguetes de madera podemos encontrar desde la típica casa de muñecas de estilo victoriano, a un tres en raya de madera, pasando por los puzles de colores. Una cocinita, sonajeros y muñecos de este noble material también están disponibles. Lo más importante es que al niño le vaya a gustar, no que el adulto que lo compra se deje llevar por la nostalgia.
Pues, en primer lugar, además del encanto propio de los juguetes hechos en fusta que ocuparían un lugar de honor en el taller de Pinocho, tienen un tacto muy especial, al que los niños de hoy en día no están tan acostumbrados. Además, no son tan tóxicos como los fabricados con derivados del petróleo y, por último, la fabricación y producción de los juguetes de madera es mucho más ecológica que la de sus homólogos en plástico.
Además, la madera es un material biodegradable, como todo el mundo sabe, y los plásticos tardan miles de años en descomponerse. De hecho, el problema del plástico en los océanos tiene pinta de convertirse en uno de los grandes cuellos de botella del siglo XXI.